El infierno fiscal y la corrupción en Hacienda: el número tres de Montero podría ser detenido

En España estamos viviendo un infierno fiscal como nunca antes. Lo repito cada día en esta trinchera porque los datos lo confirman: jamás se había recaudado tanto dinero en impuestos como ahora. En 2024 se batió récord con más de 300.000 millones de euros. Y este 2025 la cifra roza ya los 90.000 millones adicionales respecto a 2018, cuando llegó Pedro Sánchez.

¿Y para qué sirve todo este dinero? Para sus chiringuitos, sus amigos, sus colocados, sus negocios oscuros. Mientras tanto, los trenes no funcionan, los aeropuertos fallan, y los autónomos —que lo aguantamos todo— seguimos sin paro, sin bajas y sin derechos.

En estos seis años han subido 94 impuestos. Muchos ciudadanos tiran la toalla y se marchan fuera o se refugian en la economía sumergida. Francia, Portugal o cualquier vecino ofrecen un panorama más amable para emprender. Aquí, en cambio, el gobierno sigue exprimiendo al pueblo hasta la última gota.

Y en medio de este saqueo aparece el escándalo del número tres de María Jesús Montero, José Antonio Marcos San Juan. Quien fuera presidente del Tribunal Económico Administrativo Central y director de gabinete de Montero está a punto de ser detenido.

La información es clara: cobraba presuntamente cientos de miles de euros en sobres a cambio de archivar inspecciones fiscales. Llegaba a llamar cinco o seis veces al día a empresarios exigiendo la mordida. Primero escribía “dinero” en WhatsApp; después suavizó el tono: “Quedamos a tomar un café”. Ese café significaba pagar. Y pedía cada vez más, justificando que tenía que repartir entre altos cargos del Ministerio.

Un solo empresario le entregó 100.000 euros. Y como siempre, cuando dimitió, dijo hacerlo para no perjudicar. Pero la Fiscalía Anticorrupción y la Guardia Civil acumulan ya pruebas abrumadoras. Su detención parece inminente.

Y entonces, ¿qué dirá Montero? Ella que puso la mano en el fuego por Cerdán, por Marcos San Juan, por todos. ¿De verdad no sabía nada? ¿Solo ineptitud? ¿O también cobraba su parte?

Mientras tanto, los ciudadanos seguimos pagando impuestos que acaban en prostíbulos, coches de lujo y pisos en Pozuelo. Un país que ya no funciona, gobernado por una élite que actúa como organización criminal.

Yo lo digo alto y claro: España ya no es como Venezuela. España ya es Venezuela.

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