España colabora con la mocromafia: un narcoestado en la sombra

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Hoy quiero hablaros de algo que llevo tiempo denunciando: España se está convirtiendo en cómplice de las mafias de la droga internacionales. Y no lo digo a la ligera.

Desde los años 70, Fidel Castro ya había comprendido que la droga podía ser un arma más poderosa que las bombas atómicas contra Occidente. Así lo dijo a Ceausescu en 1972, y desde entonces Cuba se convirtió en un narcoestado: se financió con los cárteles colombianos, con Escobar, con Carlos Lehder, con Roberto Suárez. A cambio de armas, Cuba ofrecía rutas, coordinación y apoyo para inundar Estados Unidos de cocaína. Ese negocio sigue vivo gracias a Venezuela.

Con Hugo Chávez primero y con Maduro después, Venezuela se transformó en el gran distribuidor de cocaína hacia Europa y EE.UU., siempre bajo órdenes de La Habana. Y mientras tanto, España y la Unión Europea han blanqueado estos regímenes, reuniéndose con Díaz-Canel, financiando a Cuba, haciéndose fotos para legitimar dictaduras.

Pero la pregunta es: ¿y España?

La nueva ruta de la droga ya no va directamente a EE.UU. Ahora sale de Colombia y Venezuela, pasa por Guinea-Bisáu, atraviesa Mauritania, cruza el Sáhara Occidental y llega a Tánger, donde se almacenan toneladas en grandes depósitos antes de dar el salto a Europa. ¿Casualidad que Pedro Sánchez cediera el Sáhara Occidental a Marruecos sin explicación? Ahora sabemos que por ahí circula buena parte del narcotráfico.

Y lo peor: España colabora de forma infame con la mocromafia. Esta organización criminal, nacida en Países Bajos de narcos marroquíes, tiene cada vez más presencia en nuestro país. Dos de sus jefes se han fugado de España gracias a supuestos “errores judiciales”: Ridouan Taghi, uno de los grandes capos, liberado porque se incumplieron plazos en su extradición; y Karim Bouyakhrichan, detenido en Málaga, acusado de amenazar a la heredera de Holanda… y puesto en libertad con una ridícula fianza de 50.000 euros. Nunca volvió a aparecer.

¿Eran errores? ¿O pagos de favores? No lo sabemos. Pero lo que está claro es que la justicia española ha permitido que la mocromafia se ría en nuestra cara.

Mientras tanto, en Marruecos, a apenas 40 kilómetros de Melilla, un gran narco celebró su boda con presencia de empresarios, autoridades locales, capos europeos y hasta invitados llegados de Dubái. Los servicios de inteligencia internacionales grabaron la escena: la cooperación entre el narco y los servicios secretos es total.

La conclusión es evidente: tenemos la nueva Colombia a pocos kilómetros de nuestras fronteras, y España actúa como si fuera ya un narcoestado.

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