España es el refugio de chavistas y criminales de todo el mundo

España vive un momento oscuro del que pocos hablan con claridad. Lo digo como periodista que lleva demasiados años viendo cómo las cloacas del poder se abren paso mientras la mayoría mira hacia otro lado. Nuestro país se ha convertido en el refugio favorito de organizaciones criminales y de los operadores del chavismo, algo impensable hace apenas una década. Pero hoy es una realidad. Una realidad incómoda, peligrosa y silenciada.

Hace apenas unas horas, la Policía detenía en Málaga a Wilmer Chavarría, cabecilla del cártel de Los Lobos de Ecuador, ligado directamente al Cártel de los Soles. Un hombre que llevaba años huyendo, que incluso llegó a simular su propia muerte, y que entró en España procedente de Marruecos como quien toma un atajo. Aquí. En nuestro territorio.
¿Saben por qué? Porque aquí están seguros. Nunca antes España había sido tan permisiva con criminales internacionales.

Y no es el único. Desde hace meses llegan vuelos desde Venezuela llenos, tanto que los billetes han duplicado su precio. Y entre esos pasajeros, cada vez con más frecuencia, llega lo peor de lo peor. Lo vimos el 29 de octubre, cuando se detuvo simultáneamente a 13 miembros del Tren de Aragua en cinco ciudades españolas. Y lo constatamos con casos como el de Liset Isabel Rojas Guevara, detenida en Murcia por blanquear 120 millones de euros.
Eso no lo hace una aficionada. Eso lo hace una estructura.

A eso se suma la presencia en España de familias enteras del círculo de Diosdado Cabello, altos cargos chavistas y operadores del régimen. Aquí pasean, invierten, montan negocios y viven sin preocupaciones, mientras en su país secuestran, torturan o encarcelan a disidentes.
Les hablo, por ejemplo, de Stephanie Mujica Chávez, nuera del expresidente del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, que lleva una vida de lujos en Madrid mientras su país entero se hunde.
Esa es la fotografía de esta España donde unos entran sin trabas y otros, los nuestros, se pudren en cárceles extranjeras.

Porque mientras los criminales del chavismo disfrutan de libertad en suelo español, 14 ciudadanos españoles o con pasaporte español siguen desaparecidos o encarcelados en Venezuela, sin interés alguno por parte de nuestro Gobierno. Oficiales dicen que son 11. Fuentes directas aseguran que llegan a 14. Nadie habla, nadie protesta, nadie presiona.
Mientras tanto, las familias callan por miedo.
Miedo aquí, en territorio español.
¿En qué país estamos viviendo?

Entre los casos más estremecedores está el de Rocío San Miguel, activista de derechos humanos acusada falsamente de terrorismo. Su deterioro físico tras entrar en prisión es espeluznante. Pero ni aun así se mueve un dedo desde España.

Y mientras los nuestros se abandonan, el único preso a quien Zapatero sacó de una cárcel venezolana fue un exmarine norteamericano que asesinó a tres personas en Madrid.
El resto, españoles. Olvidados.

No lo digo con rabia. Lo digo con vergüenza.
España se ha convertido en un refugio de criminales.
Y mientras tanto, el Gobierno que deberíamos tener protegiendo a los nuestros, prefiere estrechar la mano de quienes hunden países enteros en el terror.

No estamos ante un hecho aislado. Es un patrón. Un síntoma. Una señal de que nos falta un paso para convertirnos en un narcoestado similar a Venezuela o Marruecos. Y que la libertad en nuestro país se está cortando día a día, casi sin que lo percibamos.

Investigar es mi trabajo. Lamentarlo es mi deber.
Y contarlo, aunque moleste, es mi obligación.

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