España forma a médicos chinos que luego practican trasplantes forzados

Lo que escuchamos en este programa debería estremecer a cualquier ciudadano. Sandra Flores, directora de The Epoch Times, denunció un hecho gravísimo:

“En España se ofrece formación a médicos chinos que luego realizan trasplantes de personas vivas en su país.”

Sí, lo han oído bien. Mientras nuestro país presume de ser un referente mundial en trasplantes éticos y transparentes, en mayo de este mismo año se recibió en España a una delegación china de médicos, encabezada por el secretario general de la Asociación Médica China. Aquí, en nuestras instituciones, se les asesoró en materia de trasplantes.

El problema es que en China no existe un sistema real de donaciones. Lo que existe es un entramado estatal de sustracción forzada de órganos a presos de conciencia, especialmente practicantes de Falun Gong, perseguidos desde 1999. Organismos internacionales, resoluciones del Parlamento Europeo y de la Cámara de Representantes de EE. UU. lo han denunciado durante años.

Sandra Flores lo explicó con claridad:

“En China cualquiera puede llamar, pedir un órgano y recibirlo en días. Si el cuerpo lo rechaza, en 48 horas te consiguen otro. Todo está tarifado y organizado desde hospitales públicos. Y mientras tanto, en España seguimos colaborando formando a médicos chinos.”

Esto nos convierte, aunque sea indirectamente, en cómplices de un crimen de Estado. Un país líder en trasplantes, que ha marcado la referencia mundial de cómo hacer las cosas bien, está al mismo tiempo asesorando a quienes lo hacen mal.

La pregunta es inevitable: ¿a quién beneficia este intercambio? Desde luego no a los ciudadanos españoles ni a las víctimas chinas.

Lo que ocurre con los trasplantes en China no es tráfico ilegal al uso: es extracción forzada de órganos avalada por el régimen comunista. Y España, al acoger y formar a esos médicos, corre el riesgo de manchar su prestigio y, peor aún, de legitimar lo intolerable.

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