Hemos pagado con dinero público en Honduras un taller de vulvas dialogantes
Lo confieso: tuve que leerlo tres veces para creerlo. En Honduras, con dinero público español, se ha financiado un curso titulado “Vulvas dialogantes desde vivencias trans”.
Sí, han leído bien. Un taller de escultura de vulvas para “reconocer corporalidades no normativas y descentrar el falocentrismo”. Todo ello pagado por la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECID) y auspiciado por nuestro Gobierno.
El diputado y policía Pablo Cambronero lo descubrió revisando los presupuestos del Congreso. Setenta y cinco mil euros. Esa fue la partida identificada. No aparece memoria económica, no hay desglose, ni siquiera se conoce el adjudicatario exacto. Pero la correlación, como dice Cambronero, “es evidente”.
“Tuve que leerlo varias veces para comprobar que realmente era un taller de vulvas dialogantes. Y sí, lo era. Lo hemos pagado nosotros.”
El proyecto, según la documentación oficial, se justificaba como “espacio de diálogo descentrado del falocentrismo”. La traducción real: un gasto sin sentido, alejado de cualquier prioridad social o sanitaria, mientras España destinaba millones a mascarillas y subvenciones internas de emergencia.
Cambronero, que sigue la pista a las partidas de cooperación internacional, lo resume con ironía amarga:
“El barro y la arcilla deben de estar por las nubes. 75.000 euros por hacer vulvas con las manos.”
Y no fue un caso aislado. En el mismo informe aparecen 5,6 millones a Filipinas, 175.000 euros a Bolivia y 300.000 a Jordania en proyectos sin transparencia. Todo ello bajo la bandera de la “cooperación”.
Detrás del humor inevitable hay una realidad demoledora: España envía dinero público al extranjero sin control ni justificación clara.
Mientras muchos españoles apenas podían pagar la luz o el alquiler, el Gobierno financiaba esculturas de vulvas dialogantes.
No es una sátira, es un síntoma.
Un síntoma de cómo la ideología ha sustituido a la razón en la gestión pública.
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