Koldo entra en prisión para proteger a Ábalos mientras Sánchez actúa como si fuera intocable
Hoy he reunido dos visiones imprescindibles para entender qué está pasando alrededor de José Luis Ábalos y de Koldo García. Dos análisis complementarios —el jurídico y el psicológico— que explican por qué Koldo ha entrado voluntariamente en prisión y por qué Sánchez sigue comportándose como si nada pudiera alcanzarle.
El abogado Luis María Pardo, presidente de Iustitia Europa, me lo dijo sin rodeos: “Koldo se ha ido a prisión pudiendo evitarla para proteger a Ábalos.”
La afirmación no es menor. Según Pardo, Koldo tenía grabaciones y documentación suficiente para eludir la cárcel. Podía haberse quedado fuera. Pero decidió no hacerlo. Se metió dentro para no dejar a Ábalos indefenso, consciente de que su compañero podía correr un serio riesgo físico.
En palabras de Pardo, no se trata de una concesión sentimental, sino de una maniobra de supervivencia:
Koldo sabe demasiado. Y sabe también que Ábalos es el eslabón más débil emocionalmente.
Pero lo más inquietante es lo que añade después:
“Saldrán grabaciones de Koldo que aún no se han publicado. No tengo ninguna duda.”
Lo cual apunta a que la historia está lejos de cerrarse.
La perspectiva psicológica la aportó Roberto Crobu, que describió el mecanismo emocional y mental que está operando dentro de esa celda compartida. Su frase, rotunda, deja poco margen a la interpretación:
“Sánchez se cree intocable. No siente que esté en peligro de acabar en la cárcel.”
Crobu lo explica con claridad. Ábalos y Koldo se mantienen juntos porque la separación los haría vulnerables. Donde va uno, va el otro. Están en modo “binomio de protección”.
Y la situación interna de Ábalos confirma el diagnóstico:
– llanto frecuente,
– ansiedad,
– pérdida de peso,
– necesidad permanente de comunicarse hacia el exterior para sentirse vivo,
– y unas noches que, según me cuentan, están llenas de tensión, insomnio y quejas de otros reclusos por sus ronquidos.
No es el perfil de un hombre “tranquilo con su conciencia”. Es el perfil de alguien que intenta sobrevivir psicológicamente a un escenario para el que nunca pensó estar preparado.
Esta combinación —Koldo protegiéndole desde dentro, Ábalos roto por el miedo, grabaciones que aún no han salido, y un presidente que sigue moviéndose con absoluta sensación de impunidad— dibuja un cuadro que todos los españoles deberíamos observar con atención.
Cuando dos testigos clave prefieren entrar en una celda antes que quedar expuestos fuera,
cuando uno de ellos podría haber evitado la prisión mostrando pruebas que todavía guarda,
y cuando ambos temen por lo que les pueda ocurrir si hablan,
la pregunta deja de ser qué saben.
La pregunta se convierte en quién teme que lo cuenten.

