La dimisión de Mazón no cierra nada: lo que se ha abierto es el relato
Ayer asistimos a un espectáculo político que define mejor que nada en manos de quién estamos. Carlos Mazón dimite, un año después de la tragedia de la Dana, y lo hace entre lágrimas, buscando empatía, hablando de su familia, insinuando que él es una buena persona y que otros son “malas personas”. Y mientras media España mira su rueda de prensa, ¿qué noticia pasa desapercibida?
El fiscal general del Estado estaba siendo juzgado.
Repito: un fiscal general imputado, entrando en los juzgados con coche oficial, escoltas y trato VIP, pidiendo no sentarse en el banquillo de los acusados para que no se vea la imagen. Esto no ha pasado jamás en Europa.
Pero en lugar de que ese sea el titular del día, el PP decide regalarle el foco mediático a Mazón.
Una vez más, entregan el relato a la izquierda.
La izquierda controla el relato, el marketing político y la narrativa emocional.
El PP, con su torpeza, trabaja gratis para ellos.
Escuchen lo que dijo José Luis Rancaño en mi programa, hablando de decencia política:
“Para ganar la batalla del relato, lo primero que hay que ser es decente.”
Mazón no lo fue.
No dimitió cuando debía: en el minuto uno.
Cuando la gente se ahogaba, cuando no llegó ni un helicóptero, ni la UME, ni medios de rescate.
Y encima dio las gracias a Sánchez.
Ahí está el vídeo, Mazón mirando al presidente del Gobierno, diciendo:
“Gracias por tu presencia tan rápida y tan adecuada para todos nosotros.”
Mientras había gente muriendo.
Si el PP hubiera actuado con dignidad y hubiese exigido la dimisión de los responsables nacionales —Sánchez, Robles, Marlaska— habría cambiado todo. Pero en lugar de reaccionar, dejaron pasar un año. Y ahora pretenden que creamos que la dimisión es un gesto noble.
No. Es un gesto tardío.
Y aún peor: oculta lo importante.
Ese mismo día, en ese mismo momento, Miss Asturias declaraba que Ábalos le confesó que Sánchez lo sabía todo sobre la corrupción del caso Koldo. Pero no vimos la noticia porque todas las cámaras estaban en Mazón.
La pregunta es inevitable:
¿Tan difícil es no hacerle el trabajo sucio al PSOE?
Ricardo Morado lo resumió así:
“Para los políticos de hoy, dimitir es un nombre en ruso.”
El PP se empeña en perder incluso cuando no hay rival.
Mientras tanto, los responsables de la gestión real —Teresa Ribera, Margarita Robles, Marlaska— siguen en su puesto. Una dimisión provincial tapa una responsabilidad nacional. Y de nuevo el relato queda en manos de la izquierda.
Porque hoy no compite quien tiene razón.
Compite quien tiene el relato.
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