Millones regalados: así dilapida Sánchez tu dinero en el extranjero y con los suyos

Lo vuelvo a repetir: mientras ustedes se aprietan el cinturón para llegar a fin de mes, el gobierno de Sánchez regala el dinero público como si fuera suyo. Y lo hace, además, con un nivel de desvergüenza digno de estudio.

Gracias a Pablo Cambronero, del Departamento de Eficiencia Gubernamental, hoy sabemos que España ha enviado 600.000 euros a Etiopía para introducir una especie de árbol que no existe allí, el Prosopis Juliflora, una planta considerada invasora, tóxica e inútil. Una especie que, según toda la documentación disponible, nunca fue plantada. Pero el dinero se fue. Y no, no fue para dar de comer a los etíopes.

La subvención se firmó el 13 de mayo de 2024. 600.000 euros en concepto de reforestación con árboles fantasma. Y al año siguiente, no hay ni un solo árbol plantado. No hay rastro. Solo hay una pregunta: ¿dónde está el dinero?

Y no es un caso aislado. El Ministerio de Igualdad colombiano, encabezado por Juan Florián, ex actor porno nombrado por Gustavo Petro —amigo de Sánchez—, ha recibido 2,2 millones de euros de nuestro país para «programas contra la violencia de género». Enviados regularmente, cada seis meses como un reloj. ¿Resultado? Nadie lo fiscaliza. Nadie lo evalúa. Solo sabemos que el dinero sale.

¿Y adivinan quién está detrás de todas estas partidas? La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), dependiente del ministro Álvarez. El Tribunal de Cuentas ya ha detectado irregularidades múltiples: se conceden fondos a proyectos que ni siquiera han sido solicitados.

¿Esto qué es? ¿Una red de favores internacional? ¿Un sistema de desvío encubierto para financiar camaradas de la izquierda latinoamericana? ¿Una forma legalizada de saqueo ideológico?

Y ojo, porque no acaba ahí. El Ministerio de Igualdad español también reparte su botín: casi 600.000 euros cada semestre a UGT y Comisiones Obreras. ¿La justificación? Planes de igualdad. ¿Dónde? No se sabe. ¿Qué resultados? Tampoco. Pero eso sí, paz sindical garantizada. 100 millones al año para que nadie levante la voz.

La conclusión es tan clara como repugnante: si eres amigo del sistema, hay dinero para ti. Si no, ni agua.

No hay dinero para la ELA, ni para los autónomos, ni para víctimas del terrorismo, pero sí para plantar árboles que nadie planta, para mantener a ministros con pasado en el cine X, y para comprar el silencio de los sindicatos con millones públicos.

El día que esto se investigue a fondo, veremos a muchos en el banquillo. Y ese día llegará.