Sánchez sabe que será imputado: el final que ya conoce Moncloa
Llevo tiempo diciéndolo y hoy lo reitero con más convicción que nunca: Pedro Sánchez sabe que será imputado. No es una hipótesis ni una exageración retórica. Es un escenario inevitable. La cadena de hechos, detenciones e investigaciones abiertas conduce ahí, le guste o no al presidente. Y lo sabe él mejor que nadie.
No estamos ante un político convencional ni ante un caso aislado de corrupción. Sánchez es una pieza dentro de un engranaje, un experimento político que ha trasladado a España métodos ya vistos en otros países, con el control progresivo de los estamentos del Estado y el uso del poder como blindaje personal. Durante años ha funcionado porque muchos miraban a otro lado, pero eso se está acabando.
Hoy siguen en pie jueces del Supremo, una Fiscalía Anticorrupción que investiga, la UCO que no se rinde y un periodismo que aún resiste. Por eso vemos detenciones, imputaciones y cárceles que hace tiempo parecían impensables. Y por eso la imputación de Sánchez está cada vez más cerca.
Cuando llegue ese momento, no esperen una dimisión. Aquí ya hemos visto a un fiscal general imputado seguir en su puesto y a un diputado pedir votar desde la cárcel. El suplicatorio al Congreso será la siguiente batalla, y la pregunta clave es si sus socios estarán dispuestos a sostener a quien podría convertirse en el presidente más corrupto que ha pasado por Moncloa, o si lo dejarán caer para salvarse ellos.
Sánchez actúa como quien sabe que el tiempo se acaba. Imposta sorpresa, niega lo evidente y se presenta como víctima. La cara que pone cuando miente es ya marca de la casa. Pero lo más inquietante no es si dimite o no, sino qué hará después. Porque existe un plan B, preparado desde hace años: una salida cómoda, lejos de España, en un país sin extradición, para disfrutar de un dinero que la UCO investiga, incluso a nombre de su esposa.
La imputación llegará. De eso no tengo dudas. La incógnita es la reacción: aguantar sin dimitir, provocar un colapso institucional o desaparecer. España se enfrenta a días muy complicados y conviene decirlo claro: esto no ha hecho más que empezar.
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