Editorial: «Los últimos días de Maduro»
Donald Trump no despliega semejante fuerza militar para volverse con las manos vacías. Esta vez, va en serio. Ya ha concluido el despliegue de 6.700 militares norteamericanos entre buques, submarinos y aviones en el sur del mar Caribe. Entre ellos, los Poseidón P8 que frustraron la huida de familiares y altos funcionarios de Venezuela, y hasta el imponente F22 Raptor, desplegado en la zona de Curazao como mensaje directo a Maduro.
Trump ha cuidado incluso de que todo sea legal. A diferencia de lo que sostienen algunos opositores, Estados Unidos cuenta con el permiso expreso de Edmundo González, presidente electo y hoy exiliado en Madrid. Eso convierte en legítima la acción, incluida la extracción de Maduro del poder si se considera necesario.
Además, hay un detalle decisivo: se ha incorporado al operativo una unidad de élite de 22 marines entrenados en misiones rápidas de extracción, como la que acabó con Bin Laden en Pakistán.
A Maduro se le han ofrecido salidas. Amnistías que le hubieran permitido retirarse con lo robado. Pero no manda solo: manda el cártel de los Soles, el narcotráfico y la alianza con el cártel de Sinaloa. Eso le mantiene resistiendo. Incluso ha recurrido a leer declaraciones antiguas de dictadores venezolanos, simulando que era suya una renuncia para engañar al pueblo. Manipulación pura.
La verdad es otra: apenas liberó 13 presos y su llamamiento a las armas fue un fracaso, con centros de reclutamiento vacíos y apenas un centenar de seguidores.
María Corina lo ha dicho: “se acerca la hora”. Coincido. Estados Unidos no despliega semejante fuerza para el ridículo. El objetivo es claro: acabar con el cártel de los Soles.
Incluso el padre José Palmar, desde Florida, asegura que Maduro tiene ya dos aviones listos: uno con 4.000 kilos de oro para negociar su refugio en China, Rusia o Cuba, y otro con 78 pasajeros de su élite familiar.
Pero la clave está en que China y Putin le han dado la espalda. Ni Xi Jinping ni Rusia se enfrentarán a Estados Unidos para salvar a un dictador amortizado. Los intereses económicos mandan: si cae Maduro, China podrá cobrar su multimillonaria deuda.
Mientras tanto, en Caracas, ciudadanos como Josefina nos recuerdan lo que significa vivir bajo el miedo de los espías en cada bloque, el “sapeo” que delata al vecino para encarcelarlo. Su testimonio es el grito de un país que resiste.
Querida Josefina, os hemos fallado. España y la comunidad internacional hemos fallado. Gobiernos que han preferido cerrar acuerdos económicos con Maduro han ignorado la tortura y la represión. Pero esto se acaba. Es cuestión de días, quizá de horas.
Y cuando caiga Maduro, llegará también el momento de exigir responsabilidades a quienes le blanquearon: Rodríguez Zapatero, Pedro Sánchez y todos los políticos europeos que protegieron a un narcoestado.
La historia se está escribiendo ahora mismo. Y no será amable con quienes colaboraron con la dictadura.
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