A un periodista le rompen la cara en Navarra por intentar informar. ¿Libertad de expresión? No, miedo

Hoy tengo que empezar abrazando públicamente a un compañero.
José Ismael Martínez, periodista de El Español, está hospitalizado, casi pierde un ojo, después de que un grupo de encapuchados le diera una paliza brutal en Pamplona.

Iba a informar. Solo eso.
Pero en Navarra ya no basta con ser periodista: hay que rezar para que no te revienten la cara.

Los agresores son los mismos de siempre: los abertzales, los que presumen de democracia a golpes. Y mientras, otro periodista —Vito Quiles— quería hablar en la universidad y no se lo permitieron. Aquí cualquiera puede opinar… salvo que pienses diferente.

Lo repito en antena y lo vuelvo a repetir aquí:
ETA no se ha ido. Han cambiado las formas. Antes mataban; ahora no te dejan hablar.

Quien fue guardia civil, Pardo, lo resume mejor que nadie:

“Una persona no pueda ir y pueda hablar públicamente ejerciendo su derecho a la libertad de expresión, dice mucho de nuestro país.”

Hace años imponían silencio con pistolas.
Hoy lo hacen con puños y palos. Y seguimos mirando hacia otro lado.

Lo que más estremece es lo que viene después.
Álvaro de Marichalar lo explica con una claridad demoledora: seguimos bajo una democracia tutelada. Dice que esta violencia, desde hace 50 años, ha sustituido a la dictadura de Franco por otra dictadura distinta: la de los nacionalistas y los violentos que gobiernan gracias a la intimidación.

“Estamos amedrentados por gente violenta que nos tiene bajo la bota.”

España ha normalizado lo intolerable.
Hemos aprendido a convivir con el miedo:
con el miedo a hablar, a discrepar, a señalar a los que agreden, no a los agredidos.

Si callamos, entregamos el país.

José Ismael Martínez casi pierde un ojo.
Pero lo que estamos perdiendo todos es la libertad.

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