Marlaska condecora al jefe de los espías de Marruecos que lo espió con Pegasus
Lo que hemos vivido estos días no es una anécdota diplomática. Es la fotografía exacta del chantaje que sufre España desde hace años. Y lo más grave es que se hace a plena luz, sin pudor, sin vergüenza y sin que nadie en el poder dé una explicación.
Miren la escena: Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior, uno de los altos cargos cuyo móvil fue infectado con Pegasus, entrega la mayor condecoración de la Guardia Civil, la Gran Cruz al Mérito, al jefe de la inteligencia marroquí, Abdelatif Hamouchi. El mismo hombre que, según todas las informaciones disponibles, ordenó o ejecutó el espionaje al propio Marlaska, a Sánchez, a Margarita Robles y a otros miembros del Gobierno.
¿De verdad alguien cree que esto es normal?
El Gobierno actúa como si nada ocurriese, pero basta repasar los hechos: desmantelaron OCON-Sur, la unidad antidroga más eficaz del campo de Gibraltar; entregaron el Sáhara sin consultar a nadie; riegan con cientos de millones de dinero público a Marruecos para trenes, desaladoras o proyectos que aquí ni soñamos; y ahora condecoran al espía.
Y lo más obsceno es que el condecorado recibe la medalla de manos del propio espiado. No exagero: lo han visto en sus pantallas. Hamouchi, hombre de confianza de Mohamed VI, reclamado en Francia por torturas y secuestros, acusado por un campeón mundial de kickboxing de dirigir personalmente sus torturas… ese es el personaje al que España distingue con el máximo honor.
Desde hace siete años, cada vez que Marruecos pide algo, se le entrega sin rechistar. Mientras aquí hay colas para ayudas, nuestros impuestos financian operaciones geoestratégicas del régimen marroquí. Y todo con un silencio sospechoso que solo se explica por una palabra que nadie quiere pronunciar: chantaje.
Tres de los cuatro espiados —Robles, Marlaska y Sánchez— han cambiado de postura de manera inexplicable desde los ataques de Pegasus. Ya no es una teoría: es una evidencia política. ¿Qué encontraron en sus móviles para doblegar así su criterio, su voluntad… y la dignidad de un país entero?
Y no olvidemos otra imagen infame: Hamouchi codeándose con el Rey de España, como si fuera un aliado íntimo y no un adversario estratégico. A este individuo lo han visto este verano en la Costa del Sol, paseando con absoluta impunidad, mientras nuestros agentes se dejan la piel luchando contra organizaciones que él mismo ampara.
Nada de esto es casual. Nada de esto es inocuo. Todo está atado y bien atado por información, presión y miedo. Y mientras tanto, a nadie del Gobierno parece preocuparle defender a España del mayor riesgo que tiene ahora mismo: Marruecos, una potencia que utiliza el chantaje como método de gobierno.
Lo digo después de cuarenta años de profesión: al final, siempre se sabe todo. Y este escándalo, por mucho que intenten enterrarlo, acabará saliendo a la luz con todas sus consecuencias.
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