Descubrimos el derroche y las normativas absurdas de la Eurocámara

Con opiniones de Carlos Marcos y Juan Carlos Girauta
“Aquí el 89,9% de las veces PP y PSOE votan lo mismo” (Girauta)

Hoy hemos recorrido la Eurocámara desde dentro, sin filtro, y lo que hemos encontrado es una mezcla de derroche institucional, normativas absurdas y una desconexión total entre Bruselas y la vida real de los europeos.

Lo primero que sorprende al entrar es la opulencia: coches oficiales, salas de lujo, edificios duplicados entre Bruselas y Estrasburgo, templos burocráticos que cuestan cientos de millones y que no responden a ninguna lógica salvo la de mantener privilegios. Todo pagado por el ciudadano europeo, ese que en España ve cómo sube la cesta de la compra, cómo se hunde el campo y cómo se le pide “austeridad”.

Acompañándome en el recorrido, Carlos Marcos ponía palabras a lo que muchos sospechan:
“Aquí nada es lo que parece. Ni las normas, ni la transparencia, ni las prioridades. Es una maquinaria inmensa que actúa de espaldas a la gente.”

Y razón no le falta. En Bruselas hemos visto fumaderos interiores porque “fuera no se puede fumar”, máquinas purificadoras carísimas expulsando humo a la terraza mientras se presume de políticas ambientales. Tiendas, peluquerías, tintorerías… todo dentro del mismo Parlamento, como si fuera un centro comercial para privilegiados. Normas que serían ridículas si no costaran dinero público.

Pero el golpe más fuerte nos lo daba Juan Carlos Girauta, que nos recibió en uno de los platós del Parlamento y dejó una frase que debería abrir telediarios:

“Aquí, el 89,9% de las veces PP y PSOE votan lo mismo.”

Repito: nueve de cada diez votaciones en Bruselas unen al Partido Popular y al Partido Socialista.
Mientras en España interpretan el papel de enemigos irreconciliables, aquí se dan la mano para aprobar las grandes líneas que están hundiendo a agricultores, ganaderos, pescadores e industria.

Girauta lo explicaba con precisión:
“Lo que está destruyendo al sector primario español no viene solo de Sánchez. Viene de Bruselas. Y lo votan juntos.”

La paradoja es que los mismos que exigen sacrificios al ciudadano viven rodeados de lujos, mientras la Eurocámara legisla normas imposibles para el sector primario… pero permite la entrada de productos marroquíes sin los controles que sí se imponen a los españoles.

Un campo arruinado por Bruselas, un Parlamento duplicado, miles de funcionarios que no pagan impuestos y dos partidos que en España fingen enfrentarse mientras aquí votan de la mano. Ese es el retrato de la Unión Europea que hemos visto hoy.

Mi sensación al terminar el recorrido es clara:
La distancia entre los ciudadanos y sus instituciones nunca ha sido tan grande.

Y hoy lo hemos comprobado desde dentro.